Estamos a las puertas de la Navidad y mis alumnos en el colegio no hacen más que comentar lo que van a pedir en estas fiestas de Papa Noel y Reyes Magos. La verdad es que escucharlos estos días me ha hecho reflexionar sobre como educamos los padres y madres a nuestros hijos y si realmente estamos fomentando valores como la solidaridad, comprensión y paz, o realmente nos dejamos llevar tambien por este tsunami de compras que cada vez se adelantan con fenómenos como el Black Friday y otros que surgen desde otros países.
Esta semana tuve la ocasión de comprobar que aunque es difícil combatir la presión de los medios de comunicación y los comercios, podemos establecer algunas acciones para que el consumo se haga de modo razonable, sensato, responsable, sostenible y solidario, resaltando así los valores verdaderamente importantes de estas fechas navideñas.
De entre ellas una psicóloga amiga mía que también tiene hijos adolescentes me señaló algunas pequeñas acciones que pueden ser útiles en Navidad ya que el consumo responsable es una actitud ante la vida y podremos crear unas pautas de conducta, que les ayudarán a nuestros hijos y alumnos a formarse como personas que se han de insertar en una sociedad de consumo.
La primera de ellas parte de que pocas veces planificamos y pensamos nuestras compras y que nos movemos por impulsos de campañas publicitarias o por un deseo artificial que de necesitamos algo en concreto. Si nos anticipamos con los adolescentes a las compras y hacemos una lista previamente elaborada desde la reflexión de nuestras necesidades y gustos, podemos mostrar a nuestros hijos la utilidad que además conlleva un ahorro en las compras
La segunda se refiere a consumir de forma saludable, evitando que la familia compre en exceso comida que luego sobre o que nos suponga un exceso de consumo. Ante esto solo cabe educar desde la cocina, planteando con nuestros hijos la elaboración con ellos de platos, para que valoren cada producto y sus cualidades para la salud. Pero podemos ir un poco más allá y acercarnos con ellos a las tiendas de comercio justo y sostenible, donde poder comprar algunos de los productos que necesitemos, ya que detrás de todo producto hay una mano de obra que ha contribuido a su cultivo, recolección o manufactura.
Los padres podemos explicarles o hacerles ver con nuestra visita a la ONG de Comercio Justo que en algunos países existe una explotación de mano de obra barata, que afecta especialmente a la infancia y a las mujeres. Y que en países cercanos al nuestro las condiciones de trabajo son inhumanas e indignas, no cumpliendo con las mínimas garantías sanitarias para los trabajadores que en muchas ocasiones son niños. Y todo esto para que conozcan lo que supone el Comercio Justo, donde encontramos regalos y productos de todos los precios, asequibles para todos los bolsillos, pero con cuya adquisición, nos estamos garantizando que sus productores reciben un precio justo a su trabajo.Y en esta misma línea de solidaridad sería positivo acudir a los mercadillos benéficos para enseñar a nuestros hijos el valor de compartir donando juguetes, prendas u objetos que no utilizan.
La tercera acción supone reciclar prendas u objetos que ya no usemos y regalárselas a alguien que sepamos que le gustan como familiares y amigos. Puede ser muy útil hablar con anterioridad con los tíos y abuelos para no repetir regalos y así evitar la duplicidad de costes innecesarios o porque no organizar un amigo invisible entre la familia ya que además de participar, se establece un precio orientativo asequible para todos y se fomenta la convivencia familiar.
La verdad que existen opciones alternativas en estas navidades en el colegio y la familia ante las fuertes campañas de consumo que cada Navidad, se nos transmiten. Es una oportunidad única para que a la hora de hacer regalos, podemos confeccionarlos nosotros mismos, regalar cosas que sepamos que necesitamos, que sean útiles, usando , la imaginación para compartir, no sólo productos o regalos, sino también la compañía de nuestros seres queridos.