Entre delfines y piratas: navegando en los acantilados de la Serra Gelada

2 de Julio de 2017
Existe otra costa alicantina, alejada de las turísticas postales de playas infinitas de arena fina. Un litoral acantilado y agreste, un gigante de piedra que celoso esconde su Patrimonio natural, único y excepcional.

No son pocos los municipios de la provincia de Alicante que cuentan en su  litoral con tramos acantilados de gran altura salpicados por calas y playas, como ocurre en los casos de Denia, Xàbia, Benitatxell, Teulada, Calp o l'Alfàs del Pi. Este último alberga uno de los espacios naturales protegidos litorales del Mediterráneo español de mayor belleza y singularidad ambiental: el Parque Natural de la Serra Gelada, compartido en su ámbito marino con Altea y cuyos acantilados cabalgan a medio camino entre l'Alfàs del Pi y Benidorm.

Pero si bien caminar por los senderos de este Parque Natural es una forma perfecta para conocerlo en familia, para disfrutar de sus panorámicas y llenar gigas de tarjetas de memoria de nuestras cámaras, navegar a los pies de estos acantilados de casi 450 metros de altura transforma la visita en una experiencia que sin duda será memorable para todos aquellos que la realicen a bordo de una embarcación. Y desde Oxytours os queremos contar por qué es así.

Benidorm, la capital turística por excelencia de la Comunidad Valenciana, con detractores y defensores a partes iguales, tiene como icono turístico 2 imágenes que ya pertenecen al imaginario colectivo de todos: La playa de Levante y la isla de Benidorm. Pero allí, más allá del rincón de Loix y de la cala de la Almadraba, algo más allá de los objetivos de todos se oculta una SORPRESA con mayúsculas, un paisaje tan inesperado como arrebatador, no en vano dos elementos paisajísticos se unen aquí para enmudecimiento de quienes los observan desde el mar: El Mediterráneo horizontal e infinito junto la enorme pared vertical del acantilado, finita, pero igualmente interminable.

Los acantilados de Serra Gelada esconden secretos desde la antigüedad, historias que aún cuentan hoy en día y que es posible escuchar cuando navegas frente a él, si se presta atención. Relatos sobre embarcaciones piratas que utilizaban las pequeñas calas para esquivar la mirada de los atajadores de las torres vigías de la Punta del Cavall y de la Bombarda y recoger agua dulce de cuevas en la orilla del mar, siempre esperando el momento oportuno para asaltar a las aterrorizadas gentes del litoral y pueblos cercanos, haciéndolas vivir en pánico constante durante siglos, temerosas del mal que siempre llegaba desde el mar.

Los acantilados cuentan su fantástico origen geológico, grabado en cada estrato, en cada sedimento. Un increíble viaje por el tiempo que se remonta a millones de años y que tiene como testigo mudo de ese viaje a uno de los mayores hitos geológicos de nuestro territorio: las dunas fósiles de Serra Gelada. 16 millones de metros cúbicos de arena, las más altas de todo el continente europeo allí en la pared, colgadas sobre el mar, imposibles de admirar en toda su magnitud si no es desde el agua.

Y es navegando frente a la cala de la Mina o la cala de Ti Ximo, frente als Illots o en el canal de la Mitjana cuando añoramos décadas pasadas, cuando no hace tanto tiempo aún era posible ver a las Focas monje o Llops marins descansando en las calas, pescando entre los haces de posidonia. Focas mediterráneas, imposible de encontrar ahora en nuestras aguas pero que estuvieron presentes en nuestra costa hasta hace poco más de 60 años.

Una historia pasada, pero el acantilado también es testigo del presente. Del único Parque Natural marítimo terrestre de la Comunidad Valenciana, que posee fondos marinos con praderas de Posidonia oceanica, planta marina de enorme importancia para el equilibrio ambiental de la costa, que comparte con los delfines mulares que se observan en aguas del Parque Natural, una de las zonas con mayor probabilidad de avistamiento de estos delfines de toda la región. Y plantas endémicas únicas en el mundo, algunas de ellas tremendamente amenazadas como la Silene d'Ifac junto con aves marinas protegidas como el Cormorán moñudo, la Gaviota de Audouin, Pardelas baleares y cenicientas o el petrel más pequeño del planeta, presente en este espacio natural con más de 600 parejas: el Paiño europeo o Escateret.

Los valores ambientales y culturales del Parque Natural son variados, preciosos, únicos. Y también desconocidos por la mayoría de los visitantes de esta zona especialmente turismo familiar, que se cuentan por millones. Es tarea de todos poner sus excepcionalidad en el lugar que sin duda merece, potenciar su uso como recurso turístico sostenible, argumentar y defender la necesidad de su conservación y, sobre todo, compartir con visitantes y población local la capacidad del acantilado para emocionar, para hacer disfrutar, para conectar con ellos, para contarles mientras navegan frente a él historias pasadas y presentes. Y esperanzas futuras.